Inspirándome en las expresivas partituras del santo patrón y sus rizos barrocos, desarrollé una forma espacial que se desplaza con ímpetu desde el espacio aéreo del nivel de la galería hacia la parte superior de la Sala Georg Friedrich Haendel, una sala acristalada en un ángulo de 47° y de más de 11 m de altura. Los 16 elementos de esta abertura de superficie metálica, que surgen de una superficie circular dividida por círculos tangenciales, forman un vórtice espacial cuyos elementos más pequeños representan el escudo de la ciudad. En la interrelación con los niveles espaciales de la sala, surge una compleja secuencia de vistas y superposiciones que distinguen el lugar como centro de comunicación y contemplación y lo ponen en tensión.